Vivir Ungidos: Cómo el Espíritu Santo santifica a hombres y mujeres para liderar juntos
Disfrute de este extracto del libro recién publicado, Vivir Ungidos: Cómo el Espíritu Santo santifica a hombres y mujeres para liderar juntos, escrito por la Rev. Katie Lance:
Cuando sentí que el Espíritu Santo me llamaba a ministrar como pastor principal, estaba dispuesto a obedecer y seguir a Dios, pero fue necesario un acto de fe porque tenía un problema. A diferencia del apóstol Pablo, en mi denominación, nunca había conocido personalmente a un diácono, copastor de una iglesia en casa o apóstol que fuera mujer. No podía imaginar cómo se vería. Cuando estudias para ser enfermero, comienzas a aprender muchas habilidades esenciales al observar cómo las realiza primero un trabajador de la salud con experiencia. Luego, practicas. Luego, haces ajustes. ¡Ningún paciente quiere que un estudiante de enfermería que nunca ha visto una vía intravenosa intente insertar una vía intravenosa en usted!
Por mi experiencia en otros roles ministeriales, sabía que ser pastora principal traería desafíos específicamente solo por ser mujer. Quería ser obediente al siguiente paso que Dios estaba abriendo. Pero fue como intentar insertar una vía intravenosa sin haberlo visto antes.
Al mismo tiempo, sentía profundamente la necesidad de un modelo de pastor principal que fuera una mujer, simplemente descubrí la necesidad de tener algún modelo de pastor principal. Cada área del ministerio es hermosa; Dios equipa a personas de diferentes orígenes para un propósito único en el cuerpo de Cristo. Necesitamos especialistas en jóvenes y coordinadores de evangelismo, pastores principales y capellanes de hospitales, traductores y maestros, ministros co-vocacionales, pastores administrativos, y muchos más roles.
Al asumir el rol de pastor principal, necesitaba cumplir con un requisito llamado «ministerio supervisado» cuando encontrara un mentor profesional. En lugar de ser emparejada con otro pastor principal, me emparejaron con una pastora consejera (que es maravillosa), únicamente porque era mujer. Ella fue fantástica; pero simplemente no tenía experiencia como pastora principal de una iglesia, lo cual era relevante para el propósito de la iniciativa de asociación de mentores. Cuando pregunté respetuosamente acerca de conseguir un mentor con experiencia como pastor principal dada la dirección en la que se estaba desarrollando mi vocación, la respuesta que recibí fue: “bueno, entenderás mejor a una mujer. Entre ustedes pueden hablar de cualquier cosa”. Pero lo que yo necesitaba era estar equipada para mi papel de pastor principal.
También necesitaba a alguien interno para evaluar y criticar mi trabajo ministerial. Y una vez más, me animaron a buscar una mujer que también cumpliera ese requisito. Cuando respondí que no había mujeres en una posición de liderazgo para brindar eso, me sugirieron que buscara una mujer laica para brindarme lo que generalmente es una evaluación y crítica ministerial a nivel profesional.
Amo a mi familia de la iglesia; mi consternación no se debía a la falta de confianza en los miembros de mi iglesia. Fue porque el propósito de la crítica y evaluación de pastores experimentados era para mejorar como ministro del Evangelio con comentarios de hermanos o hermanas con experiencia pastoral. La mayoría de los miembros de la iglesia no han predicado sermones ni oficiado funerales. Pero la conclusión fue que cualquier mujer sin experiencia pastoral sería más adecuada para evaluarme que cualquier hombre con esa experiencia.
Muchos recursos sobre cómo discernir el llamado o la vocación están escritos pensando en los lectores varones; Pocos recursos hablan de el desafío de discernir la vocación, los dones y tu propia voz en un sistema que ha olvidado cómo imaginarte en ciertos roles o cómo defender el llamado de Dios en tu vida.
Este tipo de dolores de crecimiento son señal de que partes vitales del cuerpo de Cristo están desequilibradas; o en terminología médica, son signos de «fallo en crecimiento». A pesar de un fuerte trasfondo histórico de ordenación de mujeres para el ministerio pastoral, hay áreas atrofiadas en las denominaciones Wesleyanas/de santidad, músculos debilitados después de largas décadas sin uso. Esta atrofia se manifiesta en áreas que van desde el lenguaje de “pastores y esposas”, hasta la incertidumbre acerca de emparejar a pastores principales que son mujeres con pastores mentores principales, hasta cómo se percibe o valora el trabajo. Estas dinámicas se convierten en poderosos obstáculos para el discernimiento. Si alguien que comienza a discernir un llamado es percibido como una no
vedad, una molestia, una responsabilidad o una fuente de trabajo voluntario mínimamente remunerado, hay lugar para que el enemigo susurre dudas mientras intentamos discernir la guía del Espíritu Santo. Una «puerta cerrada» no siempre es una señal de que Dios está diciendo «no». A veces, un humano dice «no».
Para leer más del libro de Katie y profundizar en cómo vivir ungido, consulte su libro Vivir Ungidos: Cómo el Espíritu Santo santifica a hombres y mujeres para liderar juntos. Está disponible en Amazon.
La Rev. Katie E. Lance es la Directora de Discipulado de La Iglesia Wesleyana. A Katie, quien es ministra ordenada, le apasiona entrenar, equipar y movilizar a líderes y pastores laicos para multiplicar los movimientos de discipulado. Adquirió una valiosa experiencia a lo largo de quince años en la plantación de iglesias. Ella y su esposo, el pastor Randy Lance, fundaron conjuntamente Thrive Church, donde ella ministró como pastora principal. Katie entrena a pastores y líderes en múltiples denominaciones y es una oradora principal muy solicitada y facilitadora de talleres.
Katie llegó a la fe cristiana siendo adulta. Antes de asumir el ministerio de tiempo completo, trabajó como enfermera registrada en unidades de cuidados intensivos y cardíacos y aún mantiene su licencia como enfermera registrada (RN). Su experiencia personal y profesional le brinda una visión única de los desafíos y oportunidades del reino en la iglesia actual.
La mayor fuente de alegría de Katie es pasar tiempo con su marido de veinte años y sus hijos adolescentes, Simon y Levi. En familia disfrutan de viajar, la música y las artes, y cualquier cosa que les haga reír.
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Para obtener más información sobre la Conferencia de Mujeres del Clero de Santidad Wesleyana: https://www.whwomenclergy.org/
