21 de octubre de 2022
SALMO 116 NVI
Yo amo al Señor
porque él escucha mi voz suplicante.
Por cuanto él inclina a mí su oído,
lo invocaré toda mi vida.
Los lazos de la muerte me enredaron;
me sorprendió la angustia del sepulcro,
y caí en la ansiedad y la aflicción.
Entonces clamé al Señor:
«¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!»
El Señor es compasivo y justo;
nuestro Dios es todo ternura.
El Señor protege a la gente sencilla;
estaba yo muy débil, y él me salvó.
¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila,
que el Señor ha sido bueno contigo!
Tú, Señor, me has librado de la muerte,
has enjugado mis lágrimas,
no me has dejado tropezar.
Por eso andaré siempre delante del Señor
en esta tierra de los vivos.
Aunque digo: «Me encuentro muy afligido»,
sigo creyendo en Dios.
En mi desesperación he exclamado:
«Todos son unos mentirosos».
¿Cómo puedo pagarle al Señor
por tanta bondad que me ha mostrado?
¡Tan solo brindando con la copa de salvación
e invocando el nombre del Señor!
¡Tan solo cumpliendo mis promesas al Señor
en presencia de todo su pueblo!
Mucho valor tiene a los ojos del Señor
la muerte de sus fieles.
Yo, Señor, soy tu siervo;
soy siervo tuyo, tu hijo fiel;
¡tú has roto mis cadenas!
Te ofreceré un sacrificio de gratitud
e invocaré, Señor, tu nombre.
Cumpliré mis votos al Señor
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la casa del Señor,
en medio de ti, oh Jerusalén.
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!