El virus espiritual mortal, ROM323, se ha propagado desde el inicio de la humanidad como una pandemia global que ha infectado todos los corazones, hogares y relaciones. Nadie ha salido ileso. Según Romanos 3:23, “pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”. El virus ROM323 es conocido comúnmente como pecado.
Todos los seres humanos, diseñados originalmente a imagen de Dios (Génesis 1), estamos corrompidos por el pecado (Génesis 3) y hemos caído en un estado de desobediencia. Nuestra desobediencia se llama depravación total. La depravación total no significa que estemos tan dañados como podríamos estarlo. Más bien, significa que cada aspecto de la vida humana está tan afectado por el pecado y la caída que somos completamente incapaces de restaurarnos, salvarnos o perfeccionarnos a nosotros mismos. Al estar infectados globalmente con ROM323, la humanidad necesita un Salvador para su sanación espiritual y su integridad.
¿Cuál fue el pecado original?
El pecado original fue algo más que comer del fruto; fue desobedecer la orden directa de Dios (Génesis 3). Esta desobediencia se produjo por la incredulidad, ya que Adán y Eva escucharon las mentiras de la serpiente en lugar de la verdad de Dios. También fue el resultado de un orgullo egoísta. Mordieron el anzuelo, tentados a probar del árbol prohibido para “ser como Dios” (Génesis 3:5).
Así es como se propaga el virus en nosotros hoy en día. Desconfiamos del designio de Dios, seguimos nuestros propios deseos egoístas y acabamos desobedeciéndole.
Decisión personal
¿Por qué creó Dios el árbol del conocimiento del bien y el mal en primer lugar? Habría sido mucho más conveniente que el virus del pecado nunca hubiera entrado en la raza humana. Sin embargo, de ser así, el amor no podría existir.
Dios, como Trinidad (un Dios en tres personas), ejemplifica el amor perfecto. Al estar hechos a Su imagen, estamos diseñados para amar, y ese amor siempre requiere una elección. Si es forzado, no puede ser amor. Para amar, debemos ser libres de elegir no amar. El amor y la confianza van unidos. La libertad de confiar en Dios incluye la libertad de desconfiar de Él. La libertad de obedecer implica la libertad de desobedecer. Aunque Dios nos ama profundamente, nunca nos obliga a amarle, a creerle u obedecerle a cambio, porque el amor es una decisión personal.
El pecado después de la regeneración
Los cristianos experimentamos una nueva vida, pero los viejos hábitos y patrones son difíciles de erradicar. Por lo tanto, podemos caer en un ciclo de derrota espiritual: pecar, sentirnos culpables y arrepentirnos. Romanos 7:15-20 describe esta disyuntiva: cometo los errores que no quiero cometer.
El término griego para pecado, hamartia, significa literalmente “perder el objectivo”. Muchos creen que todos debemos pecar (errar) de pensamiento, palabra y obra todos los días. Si errar significa quedar cortos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), entonces están en lo cierto. Según esta elevada definición, pecamos a cada instante con cada pensamiento, palabra y obra, ya que ningún ser humano finito puede acercarse a las alturas de la maravillosa gloria de Dios.
Los wesleyanos, sin embargo, definimos el pecado como una transgresión voluntaria o intencionada a uno de los mandamientos conocidos de Dios. En otras palabras, pecamos cuando hacemos lo incorrecto deliberadamente, haciendo caso omiso de lo que Dios quiere para nosotros. Según esta definición, no hay ninguna razón de peso por la que debamos pecar (desobedecer deliberadamente a Dios) diariamente de pensamiento, palabra y obra. En 1 Juan 2:1 dice: “Les escribo estas cosas para que no pequen…”. Y Romanos 6:1-2 declara: “¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera!”. Dios tiene un mejor diseño para nosotros que permanecer en un ciclo repetido de pecado/vergüenza. Él quiere darnos la victoria espiritual y esto se destaca en Romanos 7:25: “¡Gracias a Dios quien me libera por medio de Jesucristo nuestro Señor!”.
La tentación es común en todos, creyentes y no creyentes, pero nuestro fiel Dios siempre nos dará una salida (1 Corintios 10:13). Nadie está inmune a la tentación, e incluso los creyentes más maduros pueden tropezar. Por eso, 1 Juan 2:1 indica que “si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo”.
El pecado involuntario
Incluso los cristianos más comprometidos sufren las secuelas del virus ROM323. Por caprichos y debilidades, nos equivocamos o llegamos a herir involuntariamente. Es parte de ser humano, y la gracia de Dios cubre esos defectos humanos. Cuando nos damos cuenta, a posteriori, de que nos hemos portado mal, el amor nos compele a enmendarlo cuanto antes (Mateo 5:23-24). La madurez espiritual reduce la distancia entre nuestros desatinos e imprudencias.
El amor santo vence al pecado
Si amamos a Dios, querremos agradarle (Juan 14:15). Es menos probable que desobedezcamos voluntariamente a Dios si nos entregamos plenamente a Él, y si procuramos que nuestros corazones se llenen hasta rebosar del Espíritu Santo. ¡Esta devoción sincera es santidad! Cuando reina el amor santo, el pecado ya no controla nuestras vidas. Se convierte en nuestro enemigo mortal y no en nuestro amante clandestino. Al final del día, gana lo que más amamos.
Mark O. Wilson es profesor asociado del Ministerio Cristiano y coordinador del Departamento de Religión en Southern Wesleyan University en Carolina del Sur, autor y sirve como catalizador de evangelismo para La Iglesia Wesleyana, así como embajador del distrito de Carolina del Sur.
Preguntas para reflexionar y conversar
- El virus espiritual ROM323 ha infectado universalmente a la humanidad desde el primer pecado de Adán y Eva. El daño ha sido persistente y catastrófico. ¿De qué manera el virus espiritual ROM323 ha afectado tu vida, ya sea por tu propia desobediencia personal o por la desobediencia de otros?
- “El pecado original fue algo más que comer del fruto; fue desobedecer la orden directa de Dios. Esta desobediencia se produjo por la desconfianza, ya que Adán y Eva escucharon las mentiras de la serpiente en lugar de la verdad de Dios”. ¿De qué manera y en qué áreas de nuestras vidas elegimos creer las mentiras de Satanás en lugar de las promesas de Dios? ¿Por qué desconfiamos de Dios y seguimos nuestros propios deseos egoístas?
- Hemos sido creados a imagen de Dios y diseñados para amar. El amor a menudo requiere una elección. No se puede forzar. Dios nos ama tanto que nos da la libertad de elegir amar o elegir confiar, así como la libertad de elegir desconfiar de Él. ¿En qué áreas de tu vida tiendes a desconfiar de Dios, de sus promesas y de su provisión para ti? ¿Por qué?
- Los wesleyanos definimos el pecado como una transgresión voluntaria o intencional de una ley conocida de Dios. Toma un momento para diferenciar entre una transgresión voluntaria/intencional y una transgresión accidental/no intencional. ¿De qué manera te ayuda este ejercicio a entender mejor la definición wesleyana del pecado?
- En 1 Juan 2:1, dice: “Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo”. ¿Qué quiere decir que tenemos a un intercesor? ¿Cómo te hace sentir contar con un intercesor que te ama, busca perdonarte y cubrir tus pecados con Su gracia y misericordia? Si hoy estás luchando con el pecado o la tentación, clama a tu intercesor. Él te dará una salida (1 Corintios 10:13).
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