La Iglesia Wesleyana cree que suceden cuatro cosas cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo:
- experimentamos el perdón, lo que la Iglesia llama justificación,
- comenzamos a recorrer un nuevo camino, lo que la iglesia llama regeneración,
- pasamos a formar parte de la familia de Dios, lo que la Iglesia llama adopción, y
- tenemos la certeza de que hemos sido salvados, lo que la iglesia llama seguridad.
Todas ellas tienen su comienzo en el momento en que ponemos nuestra confianza en Jesucristo, reconocemos nuestra necesidad de perdón, nos comprometemos a dejar de lado las acciones y actitudes dañinas y a perseguir las acciones y actitudes buenas.
El don del perdón de Dios (justificación)
Cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo, Dios perdona nuestros pecados. La palabra que la iglesia utiliza para esta ofrenda de perdón es justificación. Este es un término legal. Dios declara que una persona es perdonada. Es como el acusado que escucha “inocente” al final del juicio con la posibilidad de una diferencia. Cuando experimentamos el perdón de Dios, nos damos cuenta de que realmente somos culpables, y es solo por la vida y muerte de Jesucristo que el veredicto puede ser “inocente”.
¿Qué debemos hacer para experimentar este perdón? Primero, debemos aceptar que somos culpables: que hemos causado daño a los demás y a nosotros mismos (y también hemos dejado de hacer cosas que sabemos que deberíamos hacer). Segundo, debemos sentir remordimiento y deseo de cambiar. Tercero, tenemos que aceptar que la única manera de ser perdonados es creer en la vida y muerte de Jesucristo como medio para reunirnos con Dios. Es un don gratuito y no hay nada que podamos hacer para ganárnoslo.
Recorrer un nuevo camino (regeneración)
En el mismo momento en que aceptamos el perdón de Dios, comenzamos a recorrer un nuevo camino. A medida que lo recorremos, nos parecemos cada vez más a Jesucristo. La única manera de hacerlo es cooperando con la obra del Espíritu Santo. No podemos hacerlo con nuestras propias fuerzas.
Aprender a reconocer la voz del Espíritu requiere tiempo. A menudo actúa a través de impulsos internos, animándonos a hacer algo que sabemos que es correcto o advirtiéndonos de algo que deberíamos evitar. Muchas veces, Dios utiliza a otros para ayudarnos a reconocer mejor la obra del Espíritu.
Otra forma de estar en un nuevo camino es ser sanado. A veces la sanidad tarda tiempo en ocurrir y otras veces parece casi inmediata. Las heridas que una persona ha experimentado son sanadas a medida que la persona continúa en el camino y experimenta el amor no solo de Dios, sino también del pueblo de Dios, porque ahora son parte de una nueva familia.
Una nueva familia, la familia de Dios (adopción)
Uno de los beneficios de creer en Jesucristo es que pasamos a formar parte de la familia de Dios, a ser hijos de Dios. Esto tiene tanto ventajas como responsabilidades. Como somos parte de la familia, ahora tenemos un sistema de apoyo que camina con nosotros mientras experimentamos el amor de Dios. Este amor nos impulsa a la gratitud y al amor, tanto a Dios como a las personas en nuestra vida. Pero como cualquier buena familia, tenemos que ponernos de acuerdo sobre cómo vamos a vivir juntos. Las “reglas” nos guían y, muy possible, crean caminos para que vivamos y aprendamos más sobre la fe cristiana. Todo esto es posible gracias a la vida y muerte de Jesús y a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.
La presencia del Espíritu Santo (seguridad)
Una de las promesas de Jesús fue que enviaría a “otro Consolador para que los acompañe siempre” (Juan 14:16). Aprender a escuchar la voz del Espíritu lleva tiempo, pero está susurrando constantemente: “Eres amado, eres perdonado, eres hijo de Dios”. Nos recuerda cómo nos vamos pareciendo a Jesús, cómo somos más amorosos y alegres. A medida que aprendemos a escuchar, lo percibimos cada vez más. Este testimonio del Espíritu Santo se llama seguridad.
Cuando creemos en Jesús, somos perdonados y empezamos a recorrer un nuevo camino. Nuestro crecimiento y progreso normalmente provienen de formar parte de una iglesia local donde podemos experimentar la vida en la familia de Dios. Y a medida que crecemos, somos cada vez más conscientes de la presencia de Dios, que nos recuerda que somos Sus hijos (Romanos 8:16).
Patrick Eby es profesor de teología histórica y estudios sobre Wesley en el Seminario Wesley de Marion, Indiana, donde también dirige el programa de Doctorado en Ministerio.
Preguntas para la reflexionar y conversar
- La Iglesia Wesleyana cree que la primera de las cuatro cosas que suceden cuando una persona deposita su fe en Jesús se conoce como justificación. La justificación es un término jurídico. Define la justificación en términos sencillos y lo que significa para ti como creyente en Cristo.
- Después de la justificación, creemos que la regeneración es el siguiente paso natural en el camino de un nuevo creyente. Significa parecerse más a Cristo. Esto no es algo que podamos lograr con nuestras propias fuerzas. ¿Cómo pueden todos los creyentes, nuevos y maduros, participar en la obra de la regeneración?
- Uno de los beneficios de creer en Jesucristo es que somos adoptados en la familia de Dios. Como creyentes, somos llamados hijos de Dios. ¿Cómo cambia tu visión sobre ti mismo al saber que has venido quebrantado y en pecado ante Dios y que has sido amado, perdonado y adoptado?
- Una de las promesas que hizo Jesús antes de ascender al cielo fue que enviaría al Espíritu Santo para que estuviera con nosotros (Juan 14:16). Todos debemos aprender a escuchar al Espíritu para que nos revele lo que Dios quiere que sepamos. ¿De qué maneras sientes que el Espíritu Santo se ha movido en tu vida? ¿Cómo puedes ser más hábil para escucharle?
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