“Les dijo: ‘Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas noticias a toda criatura’” (Marcos 16:15 NVI).
La Palabra de Dios nos invita a responder al llamado para proclamar Su Evangelio. Presenta el plan de Dios para reconciliar al hombre consigo mismo y mostrar Su gloria a todas las naciones. De manera que los creyentes comprometidos con la iglesia son instrumentos de Dios para llevar a cabo esta asignación.
La iglesia debe asumir esta responsabilidad, esparciendo individual y colectivamente semillas de fe en el mundo.
Los Estados Unidos de América se han convertido en una extraordinaria fuerza misionera, especialmente en la segunda mitad del siglo XX. Numerosos predicadores nacidos en esta gran nación decidieron dejar la comodidad de sus hogares y trasladarse con sus familias a diferentes latitudes y longitudes del mundo, incluyendo a los países de Latinoamérica.
Contribuciones Misioneras
Hay que resaltar que algunos misioneros se fueron al campo solo obedeciendo el llamado de Dios. Recuerdo a algunos que llegaron a Costa Rica con pocos recursos, respaldados solo por su fe y el apoyo de sus iglesias. Estos misioneros emularon al padre Abraham, quien abandonó su tierra, dejándolo todo para obedecer la voz de Dios.
Mientras viajaba junto a estos ministros, me pregunté: ¿Cuál es la fuerza que los mueve? ¿Por qué sacrifican su vida, familia y finanzas? ¿Por qué no se quejan del calor, de las múltiples incomodidades o carencias de nuestros pueblos?
En medio de esos desafíos, estos hombres fueron moldeados por la presencia de Dios. Parece que Dios a veces moviliza a las masas para cumplir sus propósitos divinos.
Ejemplos de Misión en Latinoamérica
Quiero destacar el amor cristiano mostrado por los misioneros estadounidenses en Costa Rica durante los años 80. Recuerdo a maestros, evangelistas y pastores que, con gran disposición, compartieron la Palabra de Dios en diversas comunidades, incluso en zonas peligrosas y rurales. La pasión y la fuerza espiritual de estos siervos dejaron huellas profundas en los corazones de los creyentes. Asimismo, muchos de ellos fueron enviados por Dios para llevar el evangelio a las islas del Caribe y Sudamérica, incluso a lugares alejados como las selvas amazónicas.
Inmigración y Propósito Divino
La Biblia narra historias de inmigrantes dirigidos por Dios. La inmigración forzada de José contribuyó a la preservación de Egipto, y la llegada de Rut a la tierra de los Hebreos la colocó en la genealogía de Jesús. La huida de Moisés al desierto resultó en la liberación del pueblo de Israel.
Es probable que, de manera similar, la migración actual de latinoamericanos a Estados Unidos tenga un propósito divino. “Las estadísticas pronostican que para el año 2050 una de cada cuatro personas en Estados Unidos será hispana, con una población total que superará los 100 millones”.[1]
Impacto de la Migración en la Fe Hispana
El fenómeno migratorio ha crecido en las últimas décadas. Desde tiempos antiguos los hombres se movilizan en busca de trabajo y mejores oportunidades, otros se desplazan para reunirse con sus familiares o estudiar, hay otro gran grupo que huye de conflictos y persecuciones, entre ellos el terrorismo, la guerra, las violaciones o abusos a los derechos humanos”.[2]
Hoy son muchas las personas de Latinoamérica trasladándose a los Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida. En su trayecto, muchos creen en Jesús y son llamados por Dios al evangelio.
El desafío de la Iglesia Latina contemporánea en Estados Unidos:
“El desafío de la Iglesia evangélica latina en los Estados Unidos es comprender la diversidad de la comunidad y los factores de aculturación, para luego ver cómo ministrar mejor en este contexto”.[3]
Este no es un nuevo desafío, está vigente y en aumento. Los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos necesitan conocer el mensaje de salvación. Por lo tanto, la iglesia necesita capacitar obreros que entiendan las necesidades de una comunidad culturalmente diversa, que necesita la gracia y el amor de Dios.
Muchos de nosotros no teníamos planes de establecernos en esta nación, pero en los misteriosos planes de Dios, hemos inmigrado y hemos sido plantados aquí. Debemos verlo como una oportunidad para retribuir lo recibido de aquellos misioneros.
Respondiendo al Llamado Misionero
Como pueblo Hispano-Latino, debemos responder a las demandas misionológicas en Estados Unidos con fuerza y pasión. Tenemos la capacidad de proclamar el evangelio sin temor y de enriquecer la obra de Dios con nuestra diversidad lingüística y cultural.
Además, los creyentes hispano hablantes se han convertido en una motivación para los hermanos anglosajones por las siguientes razones:
- Disfrutan de lazos familiares amplios y profundos los cuales ayudan a la iglesia en el amor filial, el crecimiento espiritual y numérico.
- Disfrutan las disciplinas espirituales y las promueven en los centros de adoración.
- Muchos de ellos están siendo capacitados para el ministerio y están abriendo iglesias en diferentes estados de la nación.
- Algunos no se han quedado en el “status quo”, más bien han saltado a grados altos de conocimiento académico y espiritual, lo que enriquece la acción pastoral de la iglesia.
En conclusión, es necesario agradecer a nuestros hermanos y hermanas anglosajones por abrir sus puertas y mostrarnos hospitalidad. Así mismo, debemos levantar la mirada y Desatar el poder del Reino, ya que “la cosecha está madura” (Juan 4:35).
Para obtener más información sobre recursos y capacitación relacionados con el ministerio de la diáspora (inmigrantes), visite Wesleyan.org/wdn.
El Rev. Antonio José Barboza es pastor de la Iglesia Wesleyana El Buen Samaritano en Winston-Salem, Carolina del Norte.
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[1] Martinez & Scott, Iglesias Peregrinas en Busca de Identidad, 2004.
[3] Martinez & Scott, Iglesias Peregrinas en Busca de Identidad, 2004.