18 de mayo de 2022
Hechos 10:9-19 NVI
Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar. Era casi el mediodía. Tuvo hambre y quiso algo de comer. Mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis. Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, descendía hacia la tierra. En ella había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves.
“Levántate, Pedro; mata y come” le dijo una voz.
“¡De ninguna manera, Señor!” replicó Pedro. “Jamás he comido nada impuro o inmundo.”
Por segunda vez le insistió la voz: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.”
Esto sucedió tres veces, y en seguida la sábana fue recogida al cielo.
Pedro no atinaba a explicarse cuál podría ser el significado de la visión. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio, que estaban preguntando por la casa de Simón, se presentaron a la puerta. Llamando, averiguaron si allí se hospedaba Simón, apodado Pedro.
Mientras Pedro seguía reflexionando sobre el significado de la visión, el Espíritu le dijo: “Mira, Simón, tres hombres te buscan.”