19 de mayo de 2022
Hechos 11:1-4, 12-18 NVI
Los apóstoles y los hermanos de toda Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Así que cuando Pedro subió a Jerusalén, los defensores de la circuncisión lo criticaron diciendo: “Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos.”
Entonces Pedro comenzó a explicarles paso a paso lo que había sucedido…
“El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. Él nos contó cómo en su casa se le había aparecido un ángel que le dijo: ‘Manda a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro. Él te traerá un mensaje mediante el cual serán salvos tú y toda tu familia.’
“Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. Entonces recordé lo que había dicho el Señor: ‘Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.’ Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?”
Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo:
“¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!”